De un carácter tan duro como una piedra que parecía surgir del dolor que habitaba en su interior, su carácter era todo lo que quedaba de quién alguna vez fue. Aquel duro carácter que la llevo a lograr su lugar en el mundo y luchar por todo en lo que creía, era ahora lo que quedaba refulgiendo en la oscuridad como las estrellas lo hacen en medio de la más densa noche. Soledad.
La soledad la abraza como ella abrazaba las ráfagas de viento en otoño. Sabia que nadie podría comprender sus motivos por completo, que siempre alguien estaría allí para juzgar sus actos en vez de aceptarlos y sin embargo no se cansaba de esperar una persona con la cual pudiera conectarse desde su interior. Su vida era una interminable batalla por lo que le pertenecía.
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